Ganó la solidaridad
Después de una campaña electoral muy igualada ya se puede decir: Arbeidepartiet gana las elecciones generales en Noruega, Jonas Gahr Støre volverá a ser primer ministro del país durante cuatro años más y los partidos roji-verdes son mayoría en la cámara con 87 escaños, frente a los 82 de los grupos a la derecha.
En este lado del espectro político la gran noticia es el increíble aumento del partido populista FrP, que, a pesar de no haber conseguido la victoria, dobla su número de parlamentarios y se convierte en el segundo partido del país, dejando a la tradicional Derecha muy debilitada.
El principal tema de estas elecciones ha sido la economía, y la promesa de un gobierno estable por parte de los laboristas. El cambio que ha experimentado el partido desde el pasado invierno es espectacular. A finales de año llegaron hasta el 13% de intención de voto en las encuestas, con un país en crisis, con inflación y altos tipos de interés. Pero en primavera, la recuperación de Jens Stoltenberg para el gobierno supuso un revulsivo al partido, que empezó una etapa de optimismo y subida en las encuestas hasta el 28,2% de votos conseguido ayer.
Y esto se produce con una participación masiva de los noruegos, ya que casi un 80% de las personas con derecho a voto, exactamente un 78,9, más de 3 millones de noruegos, introdujeron la papeleta en la urna, lo que muestra la salud democrática del país. Este dato es casi dos puntos más que las pasadas elecciones y el mejor dato desde 1989, donde votaron el 83% de los ciudadanos.
Aumento de la ultraderecha
La victoria de los laboristas no se debe tan solo a sus propios méritos. Noruega, al igual que casi toda Europa, ha experimentado un aumento del lado más derecho del espectro político, con discursos populistas y de extrema derecha que se hacen cada día más comunes. Eso ha hecho a FrP pasar de 12 a 24% de votos. Más de 700.000 personas han dado su apoyo a la formación, y no hay que quitarle importancia al dato.
Sylvi Listhaug, líder del Partido del Progreso, estuvo a un paso de convertirse en la primera ministra de Noruega. Su candidatura demostró la creciente fuerza de su partido y la consolidó como una de las líderes más destacadas del país. Foto: archivo Facebook.
Este aumento de popularidad del Partido del Progreso puede haber sido el que les haya hecho no conseguir mayoría en el congreso, porque los otros partidos de la eventual coalición de derechas, los democristianos y los liberales, eran muy escépticos a tener a la líder de FrP, Sylvi Listaug, como primera ministra del país. Así, muchos votantes de Venstre han decidido no dar su apoyo a su partido, que ha bajado del peculiar punto de corte de Noruega, que es el 4% de votos totales en el país, y pasan de 8 a 3 diputados. Si hubieran superado esa cifra, podrían haber dado la vuelta a la mayoría del congreso.
Coalición roji-verde
Pero la mayoría será roji-verde. Ganó la solidaridad. Si la derecha ha hecho una campaña basada en la bajada de impuestos, especial y sorprendentemente en el impuesto a las fortunas, que afecta tan solo al 1% del país, los partidos de la izquierda apuesta por un mantenimiento de la presión fiscal actual, con algo de bajada para las rentas más bajas.
El gobierno será posiblemente de AP en solitario, porque sería raro que volviera con los centristas, después de la rotura de su acuerdo en enero de este año. Hay otros dos partidos con los que los laboristas no están del todo cómodos, que son los Rojos y los Verdes, aunque ambos han prometido su apoyo a la investidura. Serán temas puntuales en los que tendrán que llegar a acuerdos, como la reforma de la salud dental, un tema central para SV y Rodt. MdG también intentará meter presión en temas ecológicos.
Gaza
No todo ha sido un camino de rosas para el partido ganador. La situación en Gaza les ha supuesto muchas críticas de sus aliados de la izquierda. El principal problema fue el descubrimiento por parte de un periódico a principio de verano de que el fondo del petróleo noruego aún tenía algunas inversiones en Israel, así como la compra de las fragatas al Reino Unido, que cuentan con algunos componentes israelitas. A pesar de que el gobierno noruego fue de los primeros en reconocer el Estado de Palestina, no han roto relaciones totales con Israel, para poder seguir teniendo un papel mediador en caso de una eventual paz y solución de los dos estados.
En una entrevista de de la televisora pública NRK a Jonas G. Støre, el periodista le preguntó en repetidas ocasiones por qué no usan la expresión “genocidio” y el primer ministro respondió que el trabajo de Noruega es apoyar a terminar la guerra y la decisión de llamarlo genocidio debe ser de un tribunal internacional. Esta diferencia de trato comparado con Rusia les ha supuesto críticas de los que deberán apoyarle en el congreso.
A pesar de todo, la mayoría en Noruega es roji-verde, el gobierno los próximos cuatro años será social demócrata, y las sonrisas de los políticos en la noche electoral dan un aire de optimismo al país que quiere seguir manteniéndose en el top mundial.
El periodista David Fergar, autor de este artículo, junto a Masud Gharahkhani, presidente del Parlamento noruego (Stortinget). La foto fue tomada durante un encuentro del Partido Laborista en la ciudad de Drammen, mientras seguían de cerca los resultados de las elecciones parlamentarias celebradas el pasado lunes.
